Ahora viene en dos versiones, cada una recordando a una de sus encarnaciones anteriores, el XMZ y el RMZ con la opción de personalización gracias a los paneles exteriores removibles.
Estéticamente, la trompa recuerda a un March con parrilla de Lancer, pero el estilo general del frontal tiene aires de un 86 de Toyota (que es dueño de Daihatsu). Finalmente, el interior recuerda a los deportivos de antaño, simple y despejado, aunque en la consola central incluye lo que parece un gran tablet en posición vertical. Obviamente, tratándose de concepts el tablero está recubierto en cuero y parece que hay decorados en fibra de carbono real, dos elementos que seguramente llegarán a la producción en forma de imitaciones. El remate de todo este encanto en frasco chico es el techo rígido plegable, un buen detalle para un auto de dos plazas animado por un pequeño 0.66 cc de tres cilindros acoplado a una caja CVT con levas al volante, como en todo buen deportivo.